¿Qué es? El síndrome del Nido vacío es aquel sentimiento de vacío o soledad que se siente cuando uno o la mayoría de sus hijos se van de casa, y la pareja se queda sola.
¿Cuándo ocurre? Depende de cada familia, en algunas puede ocurrir cuando alguno de los hijos se va a otra ciudad o país a estudiar (sea la carrera o maestría), cuando alguno de sus hijos se muda de forma independiente o cuando contrae matrimonio.
¿A quién afecta más? Por un tema cultural, actualmente, afecta más a las mujeres. Ya que muchas dedicaron su vida exclusivamente a la crianza de los hijos, y cuando ya no tienen esa responsabilidad perciben que se acabó su misión en la vida, pudiendo llegar a una depresión. Entonces, afecta a la mayoría de los hombres de manera indirecta, es decir, como ellos estuvieron dedicados al trabajo como rol principal, no les afecta tanto la ausencia de sus hijos en la vivienda, sino el estado de ánimo de su pareja a consecuencia de esta nueva situación familiar.
¿Se puede prevenir? Tratar de prevenirlo en sí, sería evitar que los hijos se desarrollen y crezcan de forma independiente y autónoma, lo que no sería saludable ni para los hijos ni para los padres. Entonces lo que sí se puede prevenir es ese sentimiento de desánimo, de vacío, que podría desencadenar una depresión debido a este nuevo cambio. Desde la formación de la familia, debemos recordar que el rol de madre no excluye a la mujer de otras actividades. Una mujer puede ser buena madre y a la vez, trabajar fuera de casa, engreírse, hacer deporte, ver películas de su agrado, compartir con su pareja sin tener que sentirse mal por eso. Durante años se consideraba que la mujer que no se dedicaba exclusivamente a los hijos o al hogar era “desnaturalizada” o “mala madre”. Felizmente, hoy en muchos hogares esos conceptos han evolucionado y las mujeres pueden combinar esos roles con mayor facilidad, aunque aún quedan rezagos de sentimientos de culpa.
¿Cómo manejarlo? En caso, fuiste una mujer que se dedicó a sus hijos y a si hogar, primero tienes que aceptar sin culpa tus sentimientos tales como: tristeza, rabia, y soledad. Recordar que eres una persona con capacidad de sentir tanto alegrías como tristeza. Segundo, aprovechar y ver las ventajas que esta nueva situación trae para ti. Ahora tendrás más tiempo para ir a la peluquería, compartir con tus amigas y hacer cosas que sólo a ti te gustan. Podrías meterte a un curso, al gimnasio, ir al parque o hacer cosas para las que antes no tenías tiempo (ni energías). Tercero, recuperar esos momentos de intimidad y complicidad con tu pareja, ir al cine, a conocer nuevos restaurantes, meterse juntos a un curso, hacer cambios en el hogar (pero no muy trabajosos que puedan generar conflictos), salir con otras parejas a bailar, tomar un café, viajar y hacer todo aquello que por el esfuerzo y dinero que demandó la crianza antes resultaba imposible.
Con amor,
Rebeca Podestá
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