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Mi abuela paterna

Cuando quedé embarazada de mi primer hijo, muchas personas me comentaban sobre lo felices que debían estar mis papás porque su hija estaba embarazada, como si los nietos de las hijas mujeres fueran más especiales. (Existe un dicho popular sobre los hijos de los hijos y de las hijas, que no sé muy bien, pero nos dice entre líneas, que solo los nietos de tus hijas son con 100% de seguridad tus nietos, en el caso de los nietos de tus hijos hombres, solo queda confiar). Por un lado, dentro de esos comentarios, está el machismo haciéndose presente, y por otro, la situación especial de ver a tu hija embarazada.


En cuanto a mi relación con mi abuela paterna, nunca sentí diferencias frente a mis primos (que durante muchísimos años solo eran por parte de sus hijas) y mis hermanos y yo, hijos de su hijo.


Aunque en un post anterior, les contaba que todos habíamos estado en el vientre de nuestra abuela materna mientras gestaba a nuestra mamá, lo que nos daba un vínculo especial, para desarrollar un buen vínculo lo que necesitamos es: cercanía, buen trato y sobretodo amor.


Si bien, no estuve dentro de mi abuela paterna mientras gestaba a mi papá, nuestro vínculo se ha basado sobretodo en la cercanía y el amor. Vivimos juntas hasta cuando yo tuve dos años, durante mi adolescencia y juventud temprana, hemos vivido todos los veranos en la playa, y todos los domingo nos veíamos en el campo en el campo.


Comparto muchas características con mi abuela paterna, nos parecemos mucho físicamente (siempre me han dicho que soy igualita a ella, especialmente por la nariz respingada, que también han heredado mis hijos), hablamos como un par de loras y tenemos una excelente memoria -aunque por ahora la mía anda en stand by – así como interés por el mundo holístico, las vibraciones y todo lo que va más allá del plano físico. Es tal nuestro parecido, que en mi primer Baby Shower, nos tomamos una foto juntas, y Facebook la etiquetó a ella con mi nombre en lugar de a mí.


Mi abuela leía la baraja española (la última vez que recuerdo haber leído con ella, aparecía un nuevo bebé en la familia, y nació mi hermano menor después de 11 años), tenía un libro de i ching, pasaba palo santo por toda su casa para limpiar las energías y siempre nos pasaba el huevo.


Cuando me comprometí y fui a contarle que ya tenía separada la iglesia, grande fue mi sorpresa al saber que había elegido la misma en la que ella se casó.


Recuerdo con mucho cariño cuando mi abuela me contaba el cuento de la cucarachita Martina, y las dos nos poníamos un lazo para barrer (que mi mamá nos compró), solo le faltó contarme el final, que como es un poco cruel “siempre se le olvidaba”.


Hace 10 años, en la inauguración del Centro InCorpore, escribió en el libro de visitas: Que la vida sea para ustedes, lo que desean ahora. Tan sabia mi abuela, parece una practicante innata de Ciencia de la Mente.


Un Año Nuevo me dijo: “Feliz Año, que te cases este año” y me molesté mucho con ella, pero sus palabras me hicieron reflexionar y a mitad de ese año, terminé una relación que no tenía futuro. Unos años después me dijo: “Feliz Año Nuevo que te compres carro nuevo” … sus palabras sembraron semillas en mí, que lograron germinar.


¡Abuela, espero con ansias tus deseos para mí en el próximo Año Nuevo!

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