Hace unos días dicté una charla sobre la autonomía para niños de 12 años.
Mientras investigaba y me actualizaba, me puse a reflexionar sobre qué tan autónoma era, y pude reconocer que tenía varios aspectos por mejorar.
Me quedé pensando… exigimos autonomía a los niños, pero no les damos el ejemplo. Además el miedo a que hagan las cosas “mal”, lento, a que se ensucien y tener que trabajar el doble, termina en sobreprotección y una anulación completa de su autonomía.
Queremos que las personas, desde adolescentes sean capaces de decidir responsablemente, pero no los dejamos practicar de niños.
Muchas mamás les escogemos la ropa, decidimos qué deben comer y cuánto (claro que tenemos que dar pautas, porque como adultos somos responsables), les decoramos el cuarto e incluso algunos padres, escogen la carrera de sus hijos “por su bien”.
¿Será esa falta de autonomía, uno de los motivos por los cuales hay tantos problemas vocacionales, deserciones estudiantiles, cambios a carreras completamente distintas, y un vivir aparentemente sin rumbo durante la juventud y la adultez? ¿Será por eso también, tantas malas elecciones de pareja?
La falta de autonomía, nos hace sentir incapaces, inseguros, con miedo y sin recursos para asumir o afrontar retos que nos traerá la vida.
La autonomía es la capacidad, de hacer por ti mismo, tareas y actividades propias de una persona de tu edad, y de acuerdo al entorno en donde te desarrollas.
Bueno no solo tener la capacidad, sino también hacer las cosas.
Reflexionemos:
¿Realmente necesitamos de tantos servicios que surgen últimamente? Alguien que nos acompañe a comprar nuestra ropa, que nos enseñe a ordenar, a comer, a decidir, etc. Si bien no sabemos todo y una orientación es necesaria, pongamos atención en no volvernos completamente dependientes del resto y confiar más en nuestro propio criterio.
Rebeca